«Un trozo de cielo azul»
En este blog pretendo sembrar ilusiones, sueños e incluso deseos. Alguna vez utilizaré versos, pero en general serán los relatos los que ocupen la mayoría de sus páginas. Espero que los disfrutes.
viernes, 3 de marzo de 2017
miércoles, 30 de marzo de 2016
Indecisa
(Muelle de Agaete - Gran Canaria)
Se
acercó al muelle, como solía hacer cada jueves por la tarde, a eso de las seis
y media.
Su
mirada se perdía en el infinito. Así pasaba al menos dos horas, hasta que tras lontananza el cielo se
pintaba de oscuras tonalidades que entristecían aún más su semblante.
En
ese instante comenzaba a rodar una salada lágrima por su mejilla izquierda. No
hacía nada por apagarla, dejaba que se evaporase. Tenía la esperanza de que
volviese al mar y en algún instante rozase la piel —y quizás también el
corazón— de su gran amor.
El
ovillo del tiempo había rodado ya por cuatro décadas, pero no fue tiempo
suficiente para olvidarle. Tenía la esperanza de que él también la llevaría en
algún lugar de su memoria. Cuando se ama
como ellos lo hicieron el sentimiento se hace eterno, como el agua del mar, que
siempre está al final del camino. ¿Estaría él aguardándola como un paciente
Caronte?
— Hoy no, será otro día cuando decida
acompañarte. Mañana volverá a brillar el sol— dijo, en voz muy baja, sin apenas
mover los labios, al pensar en sus hijos y sus nietos— Quizás el próximo
jueves…Te fuiste un jueves y un jueves nos volveremos a encontrar.
Esa
misma noche su corazón dejó de palpitar. Era un corazón ajado de tanto latir a
dos ritmos. El día siguiente amaneció vestido con una tonalidad preciosa, lleno
de luz. Desde el muelle se podía divisar un brillante arco iris que brotaba desde lo más alto del cielo y caía junto a su
ventana.
Inma
Flores © 2016
Para el reto de Ámbitos de Ficción: tiza azul y bruja.
(Imagen tomada de internet. Autor desconocido)
Llegó
la terrible bruja de sonrisa perfecta y ojos tristes a romper mi mundo. Durante
días y días lloré y lloré hasta no poder más.
Un
día ya no quedaban lágrimas. Me di cuenta de que alguien había abierto la
puerta a esa bruja y, a la vez, la de mi libertad. Tomé mi tiza azul y dibujé
un nuevo mundo con un cielo a mi medida.
Inma
Flores © 2016
martes, 8 de marzo de 2016
Sueños de infancia
Imagen tomada de internet. Autor desconocido.
Conocí
a Mark hace muchísimos años, cuando ambos éramos adolescentes, con catorce o
quince años.
No sé si llamaba más la atención su sonrisa o
sus preciosos ojos azules donde se reflejaba las aguas del Atlántico que nos rodeaba con toda su
sabiduría y su fuerza. En el iris de sus ojos no sólo se reflejaba el mar sino
también la calidez de su corazón.
Durante
muchos veranos hablamos a través de una ventana que separaba el colegio del
instituto, contándonos confidencias, chistes, las letras de las canciones de
moda y un largo etcétera.
Éramos
un copioso grupo de amigos, todos divertidos, interesantes, dispuestos a
comernos la vida —como cualquier otro joven— pero él, Mark, tenía algo muy
especial, sabía escuchar, incluso con su mirada.
Detectaba
cuándo pasaba un día triste, a mí me ocurría lo mismo con él. Sabía si
necesitaba un abrazo, un gesto de cariño, con sólo mirarme…
Alguna
vez nos llegamos a abrazar en silencio, sin jamás hablar de ello.
No
existían palabras, con tan sólo "encontrar una mirada" y la espera de ese confidencial instante en
el que ambos nos quedábamos a oscuras —tras escuchar el “clic” del
interruptor— nos abrazábamos por unos minutos, los justos, para hallar el
confort de su jersey azul y el aroma de su piel.
El
calor de sus fornidos brazos, la firmeza de su juvenil pecho —bien curtido por
las horas que se pasaba en el gimnasio—, aún permanecen en la
memoria de mi piel como tesoros grabados a fuego en ella.
Un
día Mark desapareció, tal y como se oculta el sol tras lontananza.
Tardé
muchos años en saber de él. Se fue a vivir muy lejos, pero aún recordaba que un
día vivió en el sur del paraíso, así como otros muchos detalles de los años
pasados allí, que continúan siendo tesoros guardados en la memoria.
Nunca
fue un astro del deporte, ni un magnífico abogado, tampoco aquel médico que
deseó ser…Ha probado varias profesiones a lo largo de su vida y ahora Mark me
dice que está a punto de cumplir su sueño, que siempre quiso ser un mercenario,
¿será por eso por lo que hace esos viajes tan raros y tan exóticos a la vez? Mejor no
le acompaño.
Irene
Bulio © 2016
miércoles, 3 de junio de 2015
Miradas al faro
Imagen tomada de internet - autor desconocido
Miradas al faro
Eran
las siete y media de la tarde, Frederic
y Paul se dirigían desde Playa del Inglés al Faro de Maspalomas.
La tarde estaba preciosa e invitaba a disfrutar de un buen baño en sus cálidas
aguas.
Tras
zambullirse y disfrutar del azul del Atlántico
deciden sentarse a ver la puesta de sol.
El
tiempo se escapa entre las manos, como la dorada arena, mientras oscurece;sin
apenas darse cuenta comienzan las caricias, los arrumacos, las miradas tiernas:
— ¡Qué maravilla de día, verdad amor!
—comentó Paul.
— Sí, cariño —contestó Frederic.
— ¡Y el faro, qué belleza!
— Sí… el faro… tu faro…
Roberto
Kamé – Cien palabras solidarias – 11/04/15
(Seudónimo
de Inma Flores)
Tema: faro
Recuerdos
Recuerdos
Llegó
a casa avanzada la noche. Estaba destrozada. No había sido un gran día. Lo
había perdido todo, incluida su dignidad.
Recordó
como siempre se había puesto de pie ella sola,
a base de fuerza de voluntad.
Cogió
en sus manos la caja donde guardaba la correspondencia que mantenía antes de la existencia de
facebook. Allí estaba aquella tarjeta que le había enviado Víctor varios
lustros antes, con una frase que siempre fue su faro:
«Siempre
hay un trozo de cielo azul».
Ávida,
cogió el teléfono y charló con su amigo durante horas.
«Después de todo, mañana será otro día».
Inma
Flores – Leer por leer – 11/04/2015
Pasiones
Pasiones
Era
la primera vez que aquellos dos jóvenes acudían a un campo de fútbol. Estaban
felices, radiantes, llevaban la bufanda de la Unión Deportiva enrollada en su
cuello, a pesar del calor.
Tras
hacer la cola de rigor accedieron a las gradas; tenían dos buenas butacas.
— ¡Qué suerte que madre nos regaló
para el cumpleaños las entradas! —dijo uno.
— Sí, hermano, y qué suerte también
ser gemelos, y “gustar de lo mismo” —contestó el otro.
— ¡¡Sí!!¡¿Vamos a ver a Valerón?! —
gritó el más feo, entusiasmado.
— ¡¡¡Sí….!!! ¡¡¡Sí…!!! ¡¡Menudos “faros-fos semossss”!!
— ¡Vaya dos iluminados! —se escuchó
desde la fila superior.
Inma
Flores © 100 palabras solidarias.
14.04.2015
– para el programa del 17/04/2015.
Tema: faro
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