Era alto, de cabellos
rubios y ojos color miel. Un joven bastante agradable, que tenía mucho
éxito con las chicas. Violeta había puesto sus ojos en él:
—
Carla, ¿quién es ese chico que está frente a la
pizarra?— preguntó.
—
Claudio, «Claudio Mantequilla»— contestó su amiga—
¿Te gusta? Ja, ja, ja…
—
Mira que eres chinchosa, era sólo curiosidad
—contestó la joven.
En ese instante, el muchacho las mira, se acerca y pregunta al
«nuevo fichaje de la clase», en un tono excesivamente lento,
—¿Vas a ir
al cine el domingo?
Ambas se ríen a carcajadas
—
¿Comprendes?... Para ligar, siempre se derrite…
Irene Bulio © 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario