(Imagen tomada de internet. Autor desconocido)
El día
anterior había celebrado su cumpleaños —acababa de cumplir los 45— y aún
continuaba en la cama a las 9 de la mañana. Según se despertó había comenzado
a hacer planes de futuro.
Se frotó los ojos. Aún tenía sueño cuando oyó
sonar el teléfono.
—
Ring, ring, ring… — insistía una y otra vez.
—
¿Quién es?- preguntó.
Al
otro lado del hilo se escuchaba una voz femenina, dulce, aunque algo grave. Por
su tono debía ser de una mujer no muy entrada en años que hablaba con soltura.
Él
asentía con la cabeza, no podía articular palabra.
—
¿Cómo me habrá encontrado, tras tantos años? — se preguntaba mientras su corazón se aceleraba más y más…
Tras unos minutos de
conversación, en la que un nudo en la garganta le impidió articular palabra, contestó:
—
Vale, de acuerdo, nos veremos la próxima semana. Esta vez no fallaré, no
faltaré a la cita, como hice hace 20 años— un helado silencio enrarecía el ambiente— Nos veremos el
sábado, a las 7 de la tarde, en la iglesia de San Patricio.
Según colgó el
teléfono fue palideciendo. Se buscó en el espejo. No halló ninguna imagen.
Habían regresado sus ganas de huir.
Habían regresado sus ganas de huir.
Inma Flores © 2015
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