Salir de paseo
Oscurecía
cuando salí a pasear; sentí frío.
Hubiese
preferido quedarme en casa, pero Bea insistió en que saliésemos, a pesar de que
no quería moverme del sofá.
Cuando
apenas habíamos caminado unos metros vi
a lo lejos a Noa; corrí como un loco
hacia ella. Me acerqué a su carita y la besé insistentemente. Durante un buen
rato le hice carantoñas y jugué con ella.
Mereció
la pena pasar un poco de frío. Reflejarme en su mirada era mi mayor ilusión, a
pesar de que pronto Óliver tomó a Noa en brazos y Bea tiró de mi correa.
—¡A
casa! — dijo.
Inma
Flores – 100 palabras solidarias
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