(Imagen tomada de internet. Autor desconocido)
Tristeza…
Estaba triste,
silenciosa, meditando lo ocurrido en el último año: había perdido a su esposo;
su único hijo se había ido a vivir a Australia, llevándose a sus nietos; su
mejor amiga estaba ingresada en un hospital geriátrico…
Inapetente, llevaba
varios días sin probar bocado.
De pronto, sonó el
timbre.
—
Soy yo, Alicia— se escuchó desde el
rellano— Te traigo una visita.
—
Sabes que no estoy para visitas—
contestó.
—
Guau, guau, guau… — “dijo” el
visitante, mientras corría hacia ella.
Sus ojos se abrieron
como platos. Al sentir cómo le lamía los pies comprendió cuál sería su mejor medicina.
Roberto Kamé. – 100
palabras solidarias
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