miércoles, 3 de junio de 2015

Manías





Manías

Oscurecía. Era demasiado tarde para volver a casa. Se apartó de la autopista, tomando una carretera secundaria. Tras un cuarto de hora de camino se encontró ante una playa solitaria.  Abrió el maletero, cogió una manta, extendió su sillón y se acomodó como pudo, quedándose dormido rápidamente.

En medio de su sueño sintió como una intensa luz apuntaba a sus ojos; despertó asustado.
Frente a él se encontraba un hombre alto, feo, con la mirada perdida y una linterna en sus manos.

 —¡¡Eh!! ¡Faro... no lo asustes! —gritó el loquero, mientras se acercaba— Éste se nos escapó otra vez...

Inma Flores © 2015

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