Manías
Oscurecía. Era demasiado
tarde para volver a casa. Se apartó de la autopista, tomando una carretera
secundaria. Tras un cuarto de hora de camino se encontró ante una playa
solitaria. Abrió el maletero, cogió una
manta, extendió su sillón y se acomodó como pudo, quedándose dormido
rápidamente.
En medio de su sueño sintió
como una intensa luz apuntaba a sus ojos; despertó asustado.
Frente a él se encontraba
un hombre alto, feo, con la mirada perdida y una linterna en sus manos.
—¡¡Eh!! ¡Faro... no lo asustes! —gritó el
loquero, mientras se acercaba— Éste se nos escapó otra vez...
Inma Flores © 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario